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letra de nos cambiaron por pistolas - 713avo amor

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en una sierra inhumana nacimos mis dos hermanos y yo
de mamá solo conocimos la cruz que habia sobre su tumba
pero mejor hubiera sido conocer la de papá
ahora, ahora os contaré porqué

nuestro padre era un viejo de pelo blanco
que montaba un caballo tordo
y recorría las poblaciones que habia a los alrededores
disparando a diestro y siniestro sus pistolas
motivo de su locura, para engordar las cifras de cruces en los cementerios

noche de luna gitana, un tablao de aglomerado aguantando sin reproches
los taconazos de una bailaora
al fondo mi padre jugando a las cartas
se quedó sin dinero y preguntó al gordo
¡ey! ¿aceptas como apue’ta la vida de mis tres churumbelillos?

y con la condición de que yo tenga, pierda o gane
una decena de pistolas hechas nuevas que tu tienes y un carro lleno de munición
el gordo dijo sí, con sarcasmo
y mi padre, ay mi padre, perdió, claro

esa misma noche venian a recogernos dos trabajadores de la hacienda del gordo
apestaban a vino
nos sacaron a empujones de la cama
mi padre disparaba al techo y a los muebles sin ton ni son
y cada uno de ellos sujetaba a uno de mis hermanos
mi padre, me sujetaba a mí
yo desde el primer momento sabía que aquello era el final
y en el primer descuido que tuvieron, sali corriendo por la puerta de atrás
no sabía lo que me esperaba allí fuera, pero no volvi la vista atrás
no, no volvi la vista atrás, pero no volví la vista atrás
durante mucho tiempo, anduve vagando por aquella sierra inhumana, buscando a mi padre
pero no lo encontré
y poco a poco me fui enterando de lo que ocurrió con mis hermanos
en boca de los habitantes de las poblaciones cercanas a la hacienda

mi hermana, vivia custodiada por dos viejas de vestido negro
caras de hiena y sonrisa desdentada
tenía once años cuando la sangre la hizo mujer con dulzura
quería el gordo que fuera mujer y madre al mismo tiempo
que toda la hacienda se vistiera de fiesta para tan señalada fecha
asi que decenas de sirvientes trabajaban sin descanso
poniendo farolillos, largas cadenas de flores hechas a mano
construyendo largas mesas para el banquete
donde habría comida para un par de años y bebida suficiente
para emborrachar un ejercito

el gordo estaba descocido dando ordenes
esperando el momento con impaciencia
cuando le avisaron de que dentro todo estaba preparado
habian llevado las siervientas a mi hermana
a una habitacion donde habia una cama
hermana gemela del patibulo, la ataron brazos y piernas con cuerdas
y extendieron una alfombra roja, desde los pies de la cama a la puerta
y entró el gordo, sudoroso, maloliente, con las botas de barro pisaba fuerte
desenfundando su puñal y mojandolo en veneno de hijos
el gordo se tumbó sobre mi hermana mordiendola
mi hermana lloraba y gritaba, las viejas se besaban con sus lenguas
excitando aun mas al gordo
que cada vez que alzaba la cabeza veía sus cuerpos arrugados chupandose
mi hermana gemía y gritaba
y el gordo le clavó su puñal, le clavó su puñal
le clavó su puñal
mi hermano, el menor de los tres
ojos celestes como el cielo del verano
“ojos celestes como el cielo del verano tiene este niño”
cantaba mi abuela cuando le daba el biberon de vino barato y le hacía dormir la siesta en su butaca desvencijada
el gordo se encaprichó de esos ojos, mal asunto
mi hermano limpiaba establos, descargaba carros, y arrastraba burros cargados hasta la agonía
servía de bufón a ratos, para divertir y excitar al gordo y sus secuaces
un día, hora del almuerzo, llamo el gordo a mi hermano a su salón
le pegó puntapies hasta hacerlo desmayar, le echaron agua sus secuaces reanimandole
y todavía tuvo mi hermano que hacer alguna pirueta, contar un par de chistes y de enseñar su pito y dejar que el gordo lo tocara y lo besara
entonces el gordo cogió un sacacorchos que habia encima de la mesa
y le arrancó los ojos celestes como el cielo del verano
ojos celestes como el cielo del verano, a mi hermano
y se hizo un collar que colgaba, sobre su pecho, bosque de pelo negro
y aun aqui no habia terminado el trabajo de mi hermano
porque llegada la noche tenia que servir la esposa del gordo
mientras este empinaba el codo en cualquier taberna de una poblacion cercana
soñando con arruinar familias como la nuestra
la señora en sí no era gran cosa
berrugas con pelos en la cara, surcos de una infección mal curada por todo el cuerpo
su antepasado lesbiano la poseía, mi hermano era su nuevo juguete
el nuevo perrito de la niña rica de la hacienda

asi que esa noche, acompañaron a mi hermano
le ayudaban a subir las escaleras hasta el dormitorio de la señora
abrieron la puerta y allí estaba ella, tumbada desnuda, sobre excitada
mirando en extasis a la lampara, en su entrepierna había una montañita de azucar para que mi hermano la comiera
y agarrandole de los pelos le decía, ven niño, chupamelo, chupamelo, niño
esa noche, mi hermana era mujer y madre, apaleada
mi hermano un espantapajaros ciego, ahuyentando cuervos en los sembrados de la hacienda
mi madre un montón de huesos comidos por gusanos
¿porqué nos cambiaste por pistolas, papa? eh, ¿porqué?

y yo me enfundaré unas botas rojas y subiré los cuellos de mi ombligo
pensaré con los días en la boca y los insultos en el cielo
caminare cuatro lunas o siete, o diez, o veinte, o cien
dejando huellas por si me andas buscando
porque yo a ti si te busco papá, para cumplir lo jurado
una venganza o tres disparos, uno por mi madre, otro por mi hermana y otro por mi hermano
y después de cumplir lo jurado, quizá mi dedo se vuelva loco y te llene de plomo
aunque tenga que arrastrarme como el monstruo que me has hecho
y te chupe los ojos con cariño de ternero y me azote la espalda
pero no dejaré, no dejaré de preguntarte hasta que me contestes
papá, papá porqué nos cambiaste por pistolas
papá, papá, papá, papá, papá, porqué nos cambiaste por pistolas
papá, papá porqué nos cambiaste por pistolas
papá, papá, papá, papá, papá, porqué nos cambiaste por pistolas

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